El MIEDO A LA MUERTE
Uno de los temas más difíciles de abordar con nuestros hijos/as, es el de la muerte. Se trata de un concepto difícil de comprender, a veces, incluso para los adultos pero eludir hablar de ello con nuestros hijos/as no es una opción.
Todos los seres humanos nos preguntamos sobre la muerte, la tememos y nos enfrentamos a ella en diferentes etapas de nuestra vida, también nuestros hijos e hijas. La manera más adecuada de plantear esta conversación con ellos y estar preparados para cuando llegue el momento, depende de varios factores:
- La edad que tenga. El concepto de muerte, como veremos más adelante, varía con la edad así que hay que tener en cuenta el momento en que está nuestro hijo/a.
- La madurez emocional de nuestro hijo/a, la capacidad que tenga para elaborar sus emociones. La forma en que el niño/a maneje sus emociones determinará la manera en que afronte una situación de duelo y las consecuencias que tenga en él/ella.
- El desencadenante de esta conversación. Tendremos planteamientos diferentes al iniciar la conversación si se ha producido un fallecimiento en el entorno de la familia o si el niño/a pregunta por inquietud.
Vamos a diferenciar algunas etapas para poder entender mejor el momento evolutivo en que está nuestro hijo/a y saber cómo afrontar sus preguntas.
- Hasta los seis años, los niño/as piensan en la muerte como en un fenómeno reversible y temporal. Es una ausencia pasajera, es por esto que no tienen reparo cuando están enfadados en exclamar: “¡¡Ojala te mueras!!” que para ellos /as significa “¡Ojala no estuvieras aquí ahora!”. La muerte es percibida como una especie de castigo temporal, no un hecho irrevocable.
- De los seis a los once años, se produce un proceso en el que gradualmente el niño/a comprende que la muerte es definitiva e irreversible. A los nueve años ya son conscientes de que las personas mayores que le rodean fallecerán algún día y llega una etapa de intensa preocupación, de temores y angustia. La verbalización de todos estos sentimientos no es sencilla y, en ocasiones, aparecen los miedos y temores como una forma de expresión alternativa: miedo a la oscuridad, a los animales, a las personas malvadas…
Si detectamos miedos que antes no existían, quizá sea el momento de afrontar la conversación, no conviene esperar ya que pueden agravarse.
- De los once años en adelante comienzan a ser conscientes del carácter universal, irreversible e inevitable de la muerte. Entonces son conscientes de que también ellos morirán en algún momento y entonces se encuentran en disposición de contemplar la muerte como una etapa más de la vida.
Aparece a esta edad el pensamiento más abstracto, las explicaciones filosóficas…
El punto desde el que deberíamos partir como padres y madres que educan y que están en disposición de hablar con claridad de este tema, es la conceptualización de la muerte como un proceso natural en todo ser vivo, como una parte más de la vida. Este no es un punto fácil para los padres y madres. El deseo de presenciar todas las etapas de la vida de su hijo/a, de permanecer para cuidarlo y protegerlo… y el miedo a que no sea así, hace difícil abordar este tema sin que la angustia se apodere también de nosotros/as.
Es fundamental usar un lenguaje claro que el niño/a entienda y que esté acorde a su edad y a lo que nos está demandando. Podemos sentir la tentación de dar respuestas excesivamente simples o de contestar con muletillas (“tranquilo, eso no va a pasar”) que sólo minimizan lo que nuestro hijo/a está sintiendo. No debemos restarle importancia a sus preocupaciones, sólo contribuimos a incrementarlas y a que no encuentre respuestas ni consuelo o tranquilidad.
Cuando se trata de niños/as de corta edad es más complicado tratar el tema de forma directa. En ocasiones, los cuentos y narraciones infantiles pueden ayudarles a elaborar sus miedos, a expresarlos, a extraer de forma inconsciente una enseñanza. En todos los cuentos tradicionales, se contempla la muerte como parte de la historia, cuando no es el desencadenante mismo de ella, (Cenicienta, Blancanieves, Caperucita Roja…).
Cuando se trata de niños/as de una edad más avanzada lo que nos suelen trasmitir, aunque no sea verbalmente, es la necesidad de saber que vamos a permanecer junto a ellos/as. Proporcionarles la seguridad de que van a ser cuidados, de que no van a estar solos, es fundamental para su adecuado desarrollo emocional.