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Miércoles,
13 de octubre de 2004. Zaragoza |
Intervención
de FAPAR ante el Consejo Escolar de Aragón
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En FAPAR, llevamos varios años demandando un debate como el
que en este momento se inicia, en el que participe el conjunto
de la comunidad educativa, pero también la sociedad, porque no
podemos olvidar que la escuela es un instrumento de la
sociedad para formar a sus ciudadanos y compensar las
desigualdades sociales. Es necesario un diagnóstico real, una
reflexión y un amplio debate social sobre el sistema educativo
que haga posible actualizarlo y dar con ello respuesta a los
grandes retos que con el paso del tiempo y el cambio de la
sociedad se plantean.
Y tras este debate, necesitamos un pacto social por la
educación que garantice la estabilidad del sistema y su
actualización sin fracturas ni vaivenes políticos, pero
igualmente debemos ser conscientes de que un pacto “a la baja”
no es suficiente para garantizar el éxito de su permanencia.
El documento que acaba de presentar la ministra de educación
como base para el debate, puede y debe ser el embrión de esa
reflexión, de ese debate y de ese gran pacto, porque contiene
todos los elementos para hacer posible que esto sea así.
Nosotros como padres y madres, creemos que podemos conseguir
el éxito escolar de los alumnos, nuestros hijos, si se implica
no solo la comunidad educativa, sino toda la sociedad.
Cambio del orden de este párrafo porque aquí complementa el
anterior.
Y nosotros queremos comprometernos, queremos participar,
queremos decidir, queremos gestionar y queremos disfrutar del
hecho educativo, porque no es sólo un hecho escolar, es un
hecho social en el que debemos implicarnos todos, en los
grandes momentos y en el día a día. Debemos volver a dotar de
competencias a los órganos de gestión y control de los centros
y a partir de allí avanzar en modelo más participativo
desarrollando nuevas vías.
En este documento vemos que ha permanecido la filosofía del
esfuerzo que tanto defendió la LOCE, pero dotándolo del
contenido social que es necesario para compensar las
desigualdades y desventajas con la que parten algunos de
nuestros alumnos, esta nueva ley lo convierte en un gran
esfuerzo social, de las Administraciones, de los profesores,
de las familias y de los alumnos, un esfuerzo de compromiso y
de inversión en recursos de todo tipo (para ello habla de una
memoria económica), un esfuerzo individual y colectivo que va
a comenzar con este debate y con el posterior pacto.
Deseamos una escuela pública, plural e integradora, de todos y
de todas, en la que los alumnos aprendan a convivir y a
desarrollarse como ciudadanos íntegros, capaces de desarrollar
valores cívicos y éticos tales como la justicia, la libertad,
el respeto, la paz y la solidaridad entre todos, dejando a los
padres y madres la libertad de educar en sus valores y
creencias individuales, en el ámbito familiar .
Nuestros hijos ante todo deben ser ciudadanos, y conseguirlo
es la labor de los poderes públicos, a las familias nos
corresponde el derecho y el deber de trasladar nuestras
convicciones personales. Y por ello, nos congratulamos del
compromiso expresado en estas propuestas de ampliar el
contenido de la educación en valores a través de esta nueva
asignatura llamada educación para la ciudadanía que debe ser
un instrumento para transmitir a todos los alumnos sin
excepción los valores que nos son comunes a todos los
ciudadanos y que se recogen en la Constitución aprobada entre
todos.
En cuanto a cuestiones escolares más concretas creemos que no
debemos cargar de asignaturas diversas a los alumnos, porque
los niños deben aprender a gestionar la información de manera
que genere conocimiento a partir de amplias áreas y no de
excesivas parcelaciones. Creemos que su desarrollo debe llevar
un ritmo uniforme y no estar sujeto a bruscos saltos impuestos
por las diferentes etapas que marca el sistema educativo.
Creemos que debemos ser capaces entre todos y en fin de
conseguir que los alumnos que formemos hoy entre toda la
sociedad vayan a ser capaces de conformar la sociedad del
futuro, y sobre todo debemos ser capaces de conseguir un
modelo de escuela que nuestros hijos demandan para ser
ciudadanos del futuro y no reproducir la escuela que nosotros
conocimos e intentar que los alumnos se adapten a ella, porque
eso si que sería un fracaso escolar con mayúsculas: el fracaso
de todos nosotros.
Abramos pues el debate y abrámonos todos a la reflexión y al
consenso, que la discrepancia nos enriquezca y no nos enfrente
y que seamos pues capaces entre todos de demostrar que también
nosotros somos capaces de asumir nuestra cuota de esfuerzo.
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